FLORIDA OBSESIÓN.
(RIMBAUD, EN MIS PAREDES)
Mejor en la corte de acaecida,
y de mano al mojigato
y sucumbir la inercia vida
de divergentes retinas subyugadas.
Oler la harina del paupérrimo mísero
luego de atisbar el estival
cuando se ha de corroer, al fin, el mundo
fatuo y allanado de faroles.
El pulcro se hace historia
y el veneno manjar transcendental,
como el estupor a los labios inertes
y el solivio al amor incandescente.
Yo he de amar,
y en mi cuello zurcir su falso nombre
así como Baudelaire, de sílex emblemático
lacerarme las alas singulares de hombre.
A todo he de querer
cual prisionera eterna entre su celda,
y al minuto desmesurarse la conciencia
amando sólo al de precoces ojos.
Frustrada hasta cruzar, seré
porque el lodo y los gusanos ocultaron
la joya y el placer, la tiranía y la soberbia
en los flancos que solemnes loaron.
Me he de deshilar como Verlaine
la desnudes eslabonada a sus profecías,
la fiesta de Sthepane en su sendero
ceñida al coro inherente de mi voz.
La torrencial de Darío
aumentar de pólvora las venas,
de vibraciones la lengua
y de gitano los jirones del alma llena.
Pero hallé pudor, sangre y vino
en el féretro púrpura de su boca
cual se asemeja iracundo y abominable,
Rimbaud, a llevarme por sus sombras.
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